domingo, 16 de febrero de 2014

Barbacoa típica sudafricana

Ayer sábado el dueño de la parcela donde hemos montado la planta fotovoltaica (y que cobra un rentable alquiler por ella), nos invitó a una barbacoa en su finca.
Vive relativamente cerca de la planta, así que fuimos después de trabajar. No todo el mundo, digamos que sólo los españoles (los jefes y técnicos, por decirlo de otra manera).

Tiene una finca con muchas hectáreas. Allí cerca de la casa tiene una construcción circular para barbacoas y para hacer un fuego en el centro en invierno. Una construcción mucho más grande que la casita donde vivo, y sólo es para hacer barbacoas.
También tiene una casa adosada con un billar, unos dardos, una barra de bar y arriba una habitación con camas para 7 personas (según dicen, no subí a verlo).
Parece ser que es dueño de muchos terrenos por la zona, e incluso tiene una parcela donde la gente va a cazar (no sé exactamente, pero imagino que ñus, cudus, o incluso elefantes).

Cuando llegamos vimos monos corriendo por entre los árboles. ¡Qué emoción! Estábamos cerca de un río y según parece hay muchos animales, además de las vacas y cabras que cría el dueño. Y más que nada había muchas moscas, muchas muchas.

Empezaron con las brasas cuando llegamos (como a las 13h30), así que comimos tardísimo. Menos mal que había comprado unas bandejas de aperitivos (tipo bolitas de pesacado/carne empanadas, pollo empanado cortado en tiras, una especie de rollitos chinos pero en forma de triángulos,... todo ligero tipo verdura jajaja). 
Como cualquier barbacoa entre preparar las brasas y demás se pasó un montón de tiempo. Yo con los aperitivos me hubiera dado por comida, jejeje. Al final hicieron chuletas de chivo, longanizas de las de aquí que saben diferente y broquetas (creo que de cerdo), y sacaron una cosa granulada e insípida y dos tipos de ensalada para acompañar la carne a la brasa. Comimos bien.


Después nos quedamos bastante más rato hablando los unos con los otros. Con el dueño y el hijo poco. Con ellos sólo hablaban dos de nosotros que son más jefes y que además saben hablar bien inglés. Yo lo intenté un rato, pero aunque me enteraba en general de la conversación, me perdía los detalles y era difícil participar.

Nos costó despedirnos. No queríamos irnos sin despedirnos del dueño y agradecerle la comida, pero estaba hablando con otros dos y no había manera de interrumpirlos... Bueno, al final pillaron la directa y conseguimos despedirnos. Serían entre las 18h30 y las 19h.

Nadie quería ya cenar, pero tampoco parecían dispuestos a irse a casa a descansar, así que fuimos a un bar a tomar algo y seguir hablando (ahora ya sí, todos en español). Sólo fue un rato, porque estábamos cansados.

Una velada interesante. Ahora conozco un poco más a mis compañeros de trabajo, y no sólo de trabajo. Las mujeres de algunos de ellos, y la hija de 2 años de uno, también vinieron. La hija era muy simpática y casi todos jugamos un rato con ella.

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