miércoles, 17 de junio de 2015

Liberando endorfinas

Eran las 6h30 de la mañana cuando se despertó. El despertador no sonaría hasta más tarde, pero ya no iba a dormirse así que lo desconectó igualmente. Le entraron dudas sobre si desayunar como normalmente (el desayuno es la comida más importante del día) o si hacerlo de manera más ligera. Al final lo hizo normalmente, después de todo le gustaba comer.
Era una persona puntual, así que salió un poco antes de lo previsto en lugar de apurar el tiempo, y además tardó un poco menos de lo previsto también. El caso es que llegó demasiado pronto y se dispuso a esperar sentada de espaldas al mar y a la salida del sol que ya se elevaba sobre el horizonte. Parecía que a esas horas el sol no molestaría, pero a los pocos minutos se puso a la sombra, aunque supusiera esperar de pie. ¡Ya calentaba el sol!
A la hora acordada llegó el primero de sus compañeros, y en pocos minutos estaban todos allí. Todos menos uno que se había equivocado de lugar y no llegó a aparecer. Le esperaron durante veinte minutos y partieron sin él.
Corrieron a lo largo del paseo marítimo y un poco más allá, remontando la desembocadura de un barranco. Ellos intentaron ir más despacio al principio y ella intentó seguirlos, pero pronto las diferencias de velocidad se hicieron palpables y se empezaron a distanciar. Sin embargo uno se quedó con ella, no tenía necesidad de entrenar a más velocidad puesto que a la tarde tenía una carrera en la que competir.
Ella contaba con que él hablaría más, puesto que iba sobrado de fuerzas, pero resultó ser un poco callado y tímido así que para mantener algo de conversación tuvo que participar, lo que le consumía oxígeno y fuerzas. Aún así aguantó bastante bien.
Ya de vuelta en el paseo marítimo, y cuando los más rápidos se habían perdido en la distancia, recogieron a uno de los “otros” que se había parado a beber agua y a recuperarse de un flato pasajero. Siguieron los tres juntos hasta completar la hora prevista acabando donde habían empezado. Bebiendo bastante agua pues hacía calor, y esperando al resto de compañeros a la sombra.
No tardaron mucho en llegar, e hicieron una transición tranquila para quitarse la ropa de correr y quedarse sólo con los bañadores. Ella llevaba su propio gorro y gafas de nadar, pero otros no tenían y uno de ellos trajo para todos. ¡Qué amable y precavido!
A ella le dio vergüenza quedarse en bikini delante de sus compañeros de carrera, puesto que nunca la habían visto así antes. Pero no pensó demasiado en ello para no darle más importancia de la que realmente tenía. Habían ido a correr y a nadar y punto.
El agua estaba espectacular, calmada y transparente. Al principio paraba fría, pero una vez te acostumbrabas y ya nadando estaba a la temperatura perfecta. Uno de ellos decidió no nadar, no consideraba que supiera lo suficiente ni sentía necesidad de ponerse a nadar por nadar. El resto nadaron hacia lo hondo un rato e hicieron punto de reunión para decidir hasta dónde nadarían en paralelo a la costa.
Empezaron y enseguida se hicieron tres grupos. Dos más rápidos y adelantados, ella a mitad, y un cuarto quedándose retrasado. El hecho de no ser la última la animó bastante. Al principio creía que se cansaría enseguida, puesto que notaba que los brazos no estaban acostumbrados al esfuerzo, pero al final aguantó bien.
Intentó recordar todos los consejos de técnica que le dieran en su época de nadadora y ponerlos en práctica. Levantar el codo, deslizar, impulsar hasta el muslo… Seguramente no logró hacerlo bien, no lo había logrado antes tampoco, pero lo intentó y disfrutó enormemente de volver a nadar, y de volver a hacerlo en el mar, en un mar perfecto para volver a probar. Estaba tan contenta cuando salió del agua que se olvidó de tener vergüenza.
Se dieron una ducha rápida para quitarse la sal y se cambiaron para ir a almorzar juntos. Fue el peor momento de la mañana, pues no le resultó fácil contorsionarse para quitarse el bikini y ponerse la ropa interior seca sin que se cayera la toalla ni la viera nadie. :O

Ellos estaban encantados con la perspectiva de comerse una barra entera de bocadillo bien relleno, aunque al final sólo uno de ellos lo hizo. El resto, como ella, se pidieron medio bocadillo, que para el caso viene a ser un bocadillo de tamaño normal. Lo bueno del almuerzo no fue el enorme bocadillo, lo bueno fue la compañía :)

miércoles, 10 de junio de 2015

ENCERRADOS EN EL SÓTANO


Tenían mucha confianza en ellos mismos pero en el fondo se reían por los nervios más que por el ambiente distendido que reinaba.

Primero les presentaron al dueño del sótano, que tenía cara de pocos amigos, no como la secretaría que les atendió, que era alegre y simpática.

Bajaron al sótano y nada más empezar ya tuvieron un percance. Uno de ellos tuvo que salir y evacuar aguas menores mientras el resto esperaba con cara de pasmados. La secretaría se quedó pensando si le habría tocado de nuevo un grupo problemático, pero no dio muestras de preocupación y acabó de explicarles las reglas con toda profesionalidad.

¡Ya estaban encerrados en el sótano! La música era siniestra, no había luz en la habitación del fondo y encontraron un manojo de llaves (que les hubiera sacado de allí directamente, pero que prefirieron ignorar a petición de la secretaría).

Gracias a una linterna encontraron las instrucciones de un proyector y al enchufarlo la habitación cobró algo de luz. No demasiada, pero la suficiente para seguir inspeccionándola y para ponerse nerviosos con los hallazgos.

La secretaria los observaba desde el exterior, pero ellos estaban ya concentrados en conseguir todas las pistas posibles, descifrarlas y salir de allí, con lo que no prestaban mucha atención a nada más.

Alguien habrió la habitación contigua que sí tenía iluminación suficiente, y a partir de entonces se convirtió en el cuartel general donde acumulaban los hallazgos y resolvían las pistas.

La emoción de abrir la tercera sala quedó empañada por el hallazgo de una nueva puerta. El misterio de las luces no fue fácil de resolver, pero el trabajo en equipo y la mente brillante de alguno de ellos hizo superar el escollo. ¡Bien hecho!

El tiempo pasaba rápido, pero aún dio para momentos de no saber por dónde continuar. Al menos para alguno de los componentes en algún momento. 

De repente estaban delante de la puerta resolviendo el acertijo final. Ups, creo que no era exactamente así como debíamos hacerlo, pero lo hemos conseguido. ¡¡Yupiii!!