jueves, 27 de marzo de 2014

Crónica del viaje a las cataratas

Todo empezó algunas semanas antes, comprando los billetes deprisa y corriendo… bueno, eso me parecía entonces, ahora ya no me lo parece. Reservamos un hotel en Livingstone. Menos mal que no lo pagamos, porque luego nos informamos mejor y volábamos a Victoria Falls Village (en Zimbabwe) y no a Livingstone (en Zambia). Por si no lo sabes las cataratas (y el río Zambete que las forma) hacen de frontera entre Zambia y Zimbabwe, y cruzar la frontera son 30$ (nada barato).
Una vez mejor informados reservamos un lodge (y lo pagamos), el otro dejamos perder la reserva (no la confirmamos). Y un día antes de viajar, se nos unieron dos compañeros más, que compraron el billete del vuelo esa misma tarde. Al día siguiente, durante el viaje a Johannesburgo les reservé yo otra habitación más en el mismo lodge que el resto.


De los 5 que viajamos, 3 salieron de Lesedi y 2 de Letsatsi. Cada grupo fue en coche hasta el aeropuerto de Johannesburgo. Yo tardé unas 4h en llegar, a la ida con una parada para echar gasolina y comer una fruta, a la vuelta de un tirón (teníamos ganas de llegar y descansar).
No fue difícil encontrarse en el aeropuerto, y además tuve tiempo de ver las tiendas de souvenirs, excasas en las ciudades de SA, sólo las he visto en el aeropuerto de la capital. Pero dejé los souvenirs para otro día, cuando vuelva a España.
En el vuelo íbamos cada uno por un lado. Todos en el lado izquierdo del avión salvo yo. Adivinad por qué lado se veían las cataratas al aterrizar… ¡exacto!... por el otro lado al que estaba. C’est la vie!
Cogimos 2 taxis para llegar del aeropuerto al pueblo, y lo que primero llama la atención es lo despacio que conducen. Iríamos como a 60 km/h máximo en una carretera recta y en buen estado. Dejamos las maletas en el hotel, y fuimos caminando hasta Lola’s Bar, un restaurante regentado por españoles que nos habían recomendado. Nos pedimos una cerveza y preguntamos por Lola, pero nos dijeron que Lola no iba por allí hasta más tarde. Antes de acabarnos la cerveza apareció con su marido y nos aconsejaron cosas para hacer: puenting, el crucero al atardecer, el paseo en elefante,…

Como sólo quedaba una hora de luz nos fuimos a ver el barrio “típico” que nos habían recomendado, pero no lo callejeamos mucho, nos dio un poco de cosa y nos volvimos. 


La gente propuso tomar una cerveza porque ya no daba tiempo a nada, pero a los que nos gusta callejear dijimos de acercarnos a las cataratas a ver cuán lejos estaban. Y paseamos hasta llegar a la entrada de las cataratas, y hasta la frontera… y total eran 12 minutos (de ida). Cuando volvíamos se nos hizo de noche, pero Lola y su marido nos habían dicho que era seguro y ciertamente lo fue. Nos cruzamos con gente, no sentimos nada de miedo, todo lo contrario nos saludaban muy amables todos. Eso me gustó mucho, echaba de menos pasear los lugares para conocerlos.

Cenamos en Lola’s bar (caro, pero todo en general lo era), lo mejor es que hubo un espectáculo de danza tribal que estuvo bien. Hasta sacaron a bailar al más atrevido de nosotros al final :) 


Después de cenar fuimos a un local que nos habían recomendado. Me gustó la música y el ambiente, y estaba pintado con colores vivos aunque por la noche destaquen menos. Pasamos un buen rato pero nos fuimos pronto a dormir, porque al día siguiente queríamos aprovechar el día.

Desayunamos en el hotel, un montón de comida. Y fuimos a la agencia a contratar las actividades. Al final optamos por el vuelo en helicóptero, puenting (sólo uno de todos), ver las cataratas y crucero al anochecer.
Nos recogieron para llevarnos al helipuerto. Allí nos pesaron a todos… ups! menos mal que sólo por ser mujer peso menos, además que todos pesábamos de más, no estamos ninguno precisamente delgado jejeje. No tuvimos que esperar mucho y nos montamos en el helicóptero. El vuelo sólo dura 12 minutos. Te dan varias vueltas por encima de las cataratas (espectacular) y luego de vuelta te dan un rodeo por el parque natural a ver si ves algún animal. Esperábamos ver elefantes, pero no hubo suerte :(



Después nos llevaron a la frontera. El puente que separa Zimbabwe de Zambia podemos considerarlo tierra de nadie. Nos dejaron pasar con un papel sólo (sin visado ni nada, y sin pagar ni cuñar el pasaporte) porque dijimos que sólo íbamos a hacer puenting. Entre que vimos saltar a algunos y se decidió a ir a la cola, se le coló un montón de gente. Así que estuvimos mucho rato esperando y yo empezaba a aburrirme.


Cuando le tocó turno estaba bastante nervioso, lo cual es normal, yo estaría acojonada. Pero saltó, y luego volvió con el subidón de adrenalina. Eso sí, dijo que no lo repetía (aunque varios días después ya no piensa igual).

Y por fin nos fuimos a visitar las cataratas. 30$ cuesta la entrada (me parece caro). El paseo por las cataratas estuvo muy bien. Primero no nos mojamos, luego nos mojábamos un poco, y al final acabamos chopados de arriba abajo. Al final del paseo, donde está la garganta del río y ya no podemos seguir, nos hicimos las fotos correspondientes, aunque con tanta agua salieron algunas mal por gotas en el objetivo.


Volvimos corriendo porque no nos daba tiempo a comer antes del crucero. Nos compramos unas pizzas para llevar que nos comimos en el autobús camino del barco. Como teníamos hambre, las pedimos grandes, y luego no pude acabarme la mía.
El crucero tranquilo, agradable, relajado… Nos dieron de beber todo lo que quisimos, un platito de picoteo, y conocimos a gente nueva, incluso a otro español con el que estuvimos hablando buen rato. Pero también con holandesas e israelitas. Vimos cocodrilos (no muy grandes), muchas aves diversas e hipopótamos. Pero los hipos se ven poco, porque sólo dejan fuera los ojos y la nariz, y como son agresivos tampoco nos acercábamos mucho con el barco. El anochecer también estuvo bonito.


Después no sabíamos si cenar o no, o si ir otra vez a Lola’s bar o no (no hay mucha variedad para elegir). Acabamos tomando una cerveza allí, mirando otro sitio en el que no nos quedamos (Mama Africa) y acabamos en el bar de la noche anterior (Shoestring Backpakers). Allí nos encontramos con las holandesas y las israelitas del crucero. Parece ser que es el bar estrella, al menos para los turistas. Estuvimos un rato y yo decidí irme a dormir. El resto se quedó de fiesta hasta altas horas según me contaron, y cuando cerraron ese local se fueron a otro más autóctono (más de la gente de allí).

Al día siguiente no nos daba tiempo a mucho antes de volar de vuelta. Así que curioseamos las tiendas de souvenirs y compramos algunos. De nuevo en Johannesburgo fuimos a ver el estadio de fútbol. Estaba cerrado, así que sólo lo vimos por fuera. 


Luego coche y carretera, para llegar por fin a casa.

martes, 25 de marzo de 2014

Mosi-oa-Tunya (el humo que truena)

El fin de semana pasado, un fin de semana largo porque el viernes era fiesta en Sudáfrica, nos fuimos unos cuantos compañeros de trabajo a las cataratas Victoria, o en lengua local (zona de Zimbabwe) Mosi-oa-Tunya, que significa "el humo que truena" por el agua que levantan las cataratas y el ruido que hacen constantemente.

Estuvo muy bonito, lo pasé bien, me reí (también me enfadé jejeje), salimos de fiesta, conocimos gente local, montamos en helicóptero, uno hizo puenting, hicimos un crucero por el río... :D






lunes, 10 de marzo de 2014