Soy de las que digo que hay que pensar en las cosas positivas pero me apetece escribir esta entrada...
A las 7h27 de la mañana (mi despertador suena a las 8h) me llaman por teléfono del trabajo. Ya de buena mañana a resolver problemas. Una vez hablado el problema, me quedo tumbada en la cama... pues aún me vuelven a llamar, así que ya me levanto.
Camino del trabajo noto que una de la tapas de un de los tacones de las botas que llevo, se ha roto y baila. Y yo colocándola cada cierto tiempo para seguir caminando. Al rato, tras una impresión imprecisa, verifico la otra bota... ¡he perdido la tapa! Así que quito la que bailaba y llego sin tapas al trabajo. Al menos voy equilibrada.
Pues bien, una vez ya en la oficina, más llamaditas para nuevos problemas (incidencias algo peores que las habituales quiero decir). ¡Vaya día pienso! Y sólo acaba de empezar.
A la tarde cafetito con el jefe para que me diga que no me renuevan contrato, que no ha entrado suficiente faena. Oooooh, se acaba mi aventura parisina.
Después de salir del trabajo he quedado para nadar con mi amiga (esto en principio no es malo sino bueno). El caso es que una vez en la piscina sugiere probar el aquabike (que lo lleva viendo algún tiempo y le apetece probarlo). El caso es que como me lo ha dicho en varias ocasiones accedo a probarlo (a precio parisino, claro). Y nos lanzamos a pedalear en el agua. Al poco tiempo empiezan a rozarme la sujeción de los pies. Mi amiga también me lo comenta. Miro el reloj: con lo que queda de tiempo voy a acabar muy mal de los pies. Intento cambiar la posición. Al final encuentro como no rozarme... pero ya es demasiado tarde. Además va y la clase sólo dura 1/2 hora. Lástima de dinero gastado; pies destrozados, poco tiempo de actividad, y no demasiado emocionante. En fin, luego nadamos 1/2 horita en la piscina para compensar.
¡¡Qué horror de día!!... de verdad, me parecieron muchas cosas malas juntas :O