Salimos después de trabajar. Yo
ponía mi coche. Mío, mío… no. De empresa, pero el que me corresponde jejeje. Fuimos
a casa de los primos (más o menos de camino) a dejar sus coches y a recoger a
otra chica. Luego empezamos el viaje. Yo conduje la primera, cuando paramos a
poner gasolina cambiamos de conductor. Yo ya tenía ganas, no por cansancio de
conducir sino para poder comer algo jejeje. Me comí un bol de fruta y queso que
tenía en la nevera y había cogido para este caso :)
Cuando se hizo de noche se veían
muchas estrellas. ¡Qué bonito!
Al final llegamos a Beaufort
West, donde dormíamos para partir el viaje, y donde nos juntamos con los que habían
salido de Lesedi. Hubo dos que tuvieron que compartir cama. A mí me dejaron
amablemente la única habitación individual que había.
Al día siguiente salimos sin
desayunar, con la idea de parar por el camino. Eso hicimos, pero paramos como
200 km más allá, y cuando lo hicimos todos estábamos hambrientos. Mi desayuno
(una especie de croissant-bocadillo con huevo revuelto, beicon y más cosas) fue
visto y no visto, me lo comí en un plis.
De nuevo de viaje. Las montañas
empezaron a aproximarse, y llegamos al valle de los viñedos. También había
muchas chabolas de chapa por la zona. Daba un poquito de pena.
Cruzamos un túnel bastante largo,
al otro lado habían muchos árboles (durante el trayecto se ven pocos árboles,
más bien es como zona desértica). El cambio de paisaje
era agradable. Poco después entramos en la ciudad y fuimos directamente a la
zona del puerto. Aparcamos y nos reunimos con el otro coche, que se habían perdido
por el trayecto.
Dimos un pequeño paseo por la
zona y luego entramos en un bar a tomar una cerveza mientras esperábamos a más
gente con la que nos juntábamos para comer. Al final éramos 11 personas. Nos
sentamos en un restaurante del puerto a comer pescado… y nos salió carísimo
(415 Rands por persona, unos 30 euros). Suponemos que subió el precio las
botellas de vino (4 en total). Yo comí pescado del día, que en este caso era
atún de cola amarilla. Me gustó.
Luego fuimos al acuario, que
estuvo bien, pero me decepcionó que ponía que tenían un túnel por debajo de los
tiburones y luego no era tal. El acuario me pareció algo pequeño, pero vimos
muchos animales interesantes, incluidos los pingüinos.
Después del acuario entramos en
un mercadillo de la zona, donde compré algunas bagatelas para regalar. Después
nos sentamos a tomar algo, y luego por fin fuimos al apartamento. El casero y
su hijo nos recibieron muy amables: nos aparcaron el coche para que no
molestara, nos dieron panfletos de cosas que hacer (como el autobús turístico)
y nos habían dejado cosas para desayunar (pan de molde, huevos, mantequilla,
zumo, leche…).
Nos arreglamos y nos fuimos a
cenar. El casero nos llamó un taxi, y cuando llegó era un taxi
normal, no cabíamos los 5 que éramos. El viaje desde Bloemfontein lo hicimos en
2 coches 7 personas, pero en la ciudad una parejita fue por su
cuenta, lo que nos dejaba a los 5 que éramos. Al taxista no pareció importarle que
no cogiéramos y nos instó a apretujarnos. Y así fuimos al centro. Primero
nos llevó a un par de restaurantes, pero no nos convencieron, y al final
dijimos que nos dejara allí mismo (Long Street, una calle del centro con muchos
locales) y nos fuimos a uno muy animado que habíamos visto desde el taxi.
Resultó ser un “Bar de tapas”, o
sea, un restaurante español. Y como todos los días en la planta comemos comida
sudafricana, no nos importó cenar comida española esa vez. Pedimos bravas,
pulpo a la gallega, revuelto con chorizo y chipirones. Si hubiera sido en
España nos hubiéramos quejado de la calidad, pero siendo allí nos estuvo bueno
jejeje. El pulpo primero lo trajeron sin aceite y sin pimentón, y luego sólo
sin aceite, ¡qué desastre!
Después de cenar nos fuimos al
Cubaña, un sitio que también está en Bloemfontein. Parece ser que es una
franquicia y está por muchas ciudades grandes de Sudáfrica. Se anuncia como
café latino, pero de latino sólo tiene nuestra presencia cuando vamos. La
música está bien, a mí me gusta. El ambiente también está bien, la gente va
arreglada y son de los que tienen dinero. A mis compañeros de viaje les gusta
por las negras bailongas, claro.
No tenían muchos temas de
conversación conmigo, así que empecé a aburrirme y me fui a dormir. Ellos se
quedaron de fiesta.
El apartamento donde nos
quedábamos tenía 3 camas y 2 sofás, y éramos 5. Echamos a suerte en la cena
quién dormía en los sofás y me tocó a mí. Cosas que pasan. Me cogí una manta y
una almohada de una de las habitaciones y me acomodé en el sofá. A mitad de
noche me despertaron para abrirles la puerta, pero por lo demás dormí de un
tirón. Se dormía bien en el sofá.
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