Al día siguiente tocaba de nuevo
visita guiada, esta vez a la mezquita del Cristo de la Luz. ¿Cómo puede una
mezquita llamarse “del Cristo”? Pues porque el nombre de la mezquita no se sabe
y luego se convirtió en una iglesia que acabó llamándose del Cristo de la Luz.
Como muchas cosas en Toledo, esta
mezquita también tiene su leyenda. Leyenda de un caballo que se arrodilló en un
lugar donde escavando apareció una luz eternamente encendida. ¿A qué soy genial
haciendo resumenes? Jajaja.
La mezquita es pequeñita, pese a
que en sus tiempos era una mezquita importante según nos contaron. Merece la
pena la visita, sobre todo con guía para que te cuente la historia. Como muchos
edificios que tienen muchos siglos de historia, es una mezcla de lo que le ha
ido pasando a lo largo del tiempo.
Desde la mezquita fuimos a la
puerta del Sol y la puerta de Alarcones para acabar en el Alcazar. Del Alcazar
me sorprendieron los restos arqueológicos nada más entrar. De hecho crees que
has entrado en el Alcazar pero sólo estás por debajo de la explanada al frente
de la fachada imperial. Por suerte vimos un video explicativo de la evolución
del Alcazar que nos ayudó a situarnos. Esperaba ver más del edificio, pero sus
salas están adaptadas para albergar el museo militar. Al menos vi el patio
interior y me hice una idea. Es un alcazar, una fortaleza más que un palacio,
es bastante cuadrado y sin muchos adornos.
Para reponer fuerzas fuimos a
Alfileritos, que se llama así por estar en la calle de los alfileritos, que es
una calle donde hay una virgen a la que le echan alfileres por unos agujeritos. Se trata de ofrendas de las jóvenes toledanas a la virgen María solicitando su especial intervención para conseguir el novio adecuado :O
Comimos ciervo con salsa de setas,
croquetas de boletus, tomate con albahaca y mozzarella y papas con mojo picón y
alioli. Hummmm. Muy, muy bueno.
Para bajar la comida, nos fuimos
por el paseo ecológico que discurre rodeando la ciudad y junto al río. Salimos
del puente de Alcántara y llegamos más allá del puente de San Martín. Por
supuesto con más historias y leyendas por el camino:
El ingeniero había cometido un error de cálculo y cuando quitaran los andamios el puente se iba a caer. La mujer a escondidas prendió fuego a los andamios… y el puente de hecho se cayó. Culparon al fuego y no a la mala construcción y simplemente lo hicieron de nuevo. Esta vez sin el error, claro. El arquitecto puso una estatua de la mujer en el arco principal en agradecimiento. (No sé qué excusa daría para poner la estatua, seguramente alguna virgen protectora, porque no iba a decir que era porque su mujer le había ayudado quemando el puente).
Y por la noche, como dios manda,
a bailar. El caballero tuvo que convencer a la bella doncella con juegos
malabares y danzas, porque esta última había cogido ya posición junto a la
chimenea y era difícil hacerla mover. Como buenos cristianos fueron a la
iglesia a celebrar la llegada del domingo. Imbuidos del misticismo del lugar
acabaron de exploradores en misiones allen de los mares, rodeados de jóvenes
gacelas y antílopes.
Último día: los pies acusan el
cansancio y el alma la melancolía. Ya sólo queda entrar a la catedral primada. El
domingo a partir de las 14h la catedral se abre para nosotros por ser súbditos
de los reyes españoles. El caballero de brillante armadura nos deleitaba con
explicaciones de la misa en cada recoveco, alargándose la visita más de una
hora. Es bastante grande y tiene la sacristía (casi un museo), la tesorería
(llena de japoneses) y el claustro como zonas adicionales para meditar.
¿no cataste el mazapán de Toledo ni divisaste la espectacular obra de "El greco"?
ResponderEliminarPues no. Estando tan cerca las Navidades no me apeteció mazapán. Y la obra del Greco ya la vi en otra visita anterior.
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