Hace un par de semanas empecé un
curso del Servef sobre eficiencia energética. La primera semana no dimos nada
que no supiera ya, aunque no me vino mal recordarlo. Entonces pensé que igual
no aprendía nada nuevo en el curso y que se me iba a hacer muy largo. Por otro
lado eran los primeros días, así que es normal que aún no entremos en materia
complicada. La segunda semana lo mismo, aunque aprendí trucos que no sabía. Eso
ya es una mejora así que me animé.
Del profesor diría que explica
bien, pero que pierde mucho el tiempo. Yo estoy acostumbrada a la universidad
politécnica, donde nos concentran más la información y aún así somos capaces de
procesarla. Ir tan relajados me pone un poco nerviosa, como si estuviéramos
perdiendo el tiempo, aunque me lo intento tomar con filosofía (en el fondo no
es grave).
Los compañeros de clase me
parecieron pintorescos, cada uno diferente, y eso que en el fondo somos un
grupo bastante homogéneo: todos somos licenciados en alguna carrera técnica.
Pero digamos que enseguida nos podríamos haber puesto motes, enseguida cada uno
hizo o destacó por algo concreto.
Después de conocerlos un poco más
la verdad es que todos son majos y colaborativos, aunque podríamos ser objeto
de un estudio sociológico igualmente jajaja.
Sólo llevamos dos semanas y sin
embargo ya hemos tenido que hacer y exponer un trabajo. Yo intenté estar
relajada al exponerlo, pero la verdad es que me puse nerviosa y se notó. Como
haremos más trabajos espero mejorar con la práctica. Hay que aprender a
controlar el nerviosismo absurdo de hablar en público.
De mi grupo de trabajo hubo un
compañero que me sorprendió, presentó su parte de una forma cercana y
entretenida que me gustó mucho. Habrá que aprender de él.
Del resto de grupos me resultó la
información demasiado concentrada, igual porque sobre sus trabajos tenían más
información que nosotros, pero esa acumulación de información restaba fluidez a
la presentación. Yo soy más de “poco pero claro” que “mucho y confuso”.
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